mientras la hembra empollaba, los celos se lo comían;
en una vaguada de la gran serranía,
la luna primorosa, lo consolaba con sus rayos de plata.
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Como Beethoven, cantaba el ruiseñor su melodía
en su mente pequeña, el recuerdo de la ingrata;
su ruiseñora, que tiene el nido en aquella zarza,
con resignación y paciencia, va cantando día a día.
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Como un tenor, canta el ruiseñor en la umbría
con los celos, el amor sólo se delata;
poco a poco se dilata, su melancolía.
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Y en tanto que por su ruiseñora ingrata
en trinos hermosos, su dolor se deshacía;
con amargura cantaba, el ruiseñor su serenata.....!
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