Desde aquí arriba, desde la sierra de Marabe:
-!es impresionante el panorama que se ve!-
suban, suban los que conocían la Donaira tan bien;
al fondo -allá, donde huye el horizonte-,
se divisa la montaña de "Lijar" y como colgadas
esas tierras rojizas de los bermejales,
que parecen chocolate derretido y derramado
entre los pardos encinares;
pero la guinda del pastel la pone la Donaira.
Ese trocito de paraíso acurrucado en la montaña.
-Si yo no lo conociera, que cosa rara-.
La piscina y el antiguo cortijo, ahora remodelado,
se retrepa contra el cerro, -como un viejo-
cansado, en su poltrona-.
Y sonríe en las cúpulas que brillan
al erizarlas el sol con sus rayos dorados.
-!Y le dice burlona, olvídame "Mojino", mostrenco cicerone!-
desde aquí arriba-!te lo aseguro, sube!-
y piensa como un sueco, tuvo tan extraordinaria y feliz idea,
con tanto como la observaron los "Mojinos"
jamás le pasó por su cabeza....
Transformar de un caserón un paraíso,
aquí en la falda abrupta de la sierra.
Las nubes son un mar, el sol un pozo,
el viento de levante barre las tierras bermejas
de la briñuela y cierra la puerta de la Tarayuela,
y ya en bandeja libre hasta el Gastor...!
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