Poco a poco, todo se ha ido borrando
tiempo adentro y perdiendo el abismo;
de los otoños y las noches largas de insomnio,
y he vuelto al sur inmóvil de la siesta.
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Esa plácida siesta que se disfruta en nuestra tierra,
esa tierra roja, que como la de Tara;
-en lo que el viento se llevo-
yo no puedo vivir sin ella.
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Tú tal vez dormirás en la penumbra,
entre esas paredes borrachas de cal;
ese trozo viejo de pueblo que desapareció
junto al huerto, de "Barroso".
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Te estoy buscando entre el calor
sin horas y las cigarras cantoras de la tarde;
mientras muere de sed
el lavadero y la vieja fuente.
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Van vomitando geranios los balcones
morunos, que se resecan
con el sol abrasador de media tarde;
-ya se perdió este viejo rincón del pueblo-.
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Este trozo de pueblo con viejas fachadas
desconchadas y puertas viejas destartaladas;
yo vine porque las noches se llenaban
de un sol vertido por las calles.
Vine porque quise escuchar de nuevo el cárabo
en el tajillo de "Menacho".
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