Un once de julio, allá por los años cuarenta
del siglo pasado, más bien que el de las luces,
fue el de las oscuridades y las tinieblas..
pues una madrugada se me ocurrió venir a este mundo,
con poco equipaje y sin pedir permiso siquiera.
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Llegué a la humilde morada de unos pobres,
que era muy poco lo que tenían para ofrecerme;
era una pobre familia que no esperaba visitas,
pues no tenía ni donde sentarlos....
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Yo nunca necesité afanes para diluirme,
ni testigos para la emancipación al menudeo;
cuando tuve un poco uso de razón y crecieron mis alas,
eche un vistazo a mi alrededor y pronto me dí cuenta
de las transacciones sin pretexto.
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Desde muy joven rechacé ser esclavo y siempre soñé
con poseer un carro como el que tengo a mi lado;
pero como no tengo nada de bobo, intuí que eso
no sería factible, quedándome allí sentado...
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Es de ahí, que cogí mi maleta de palo,
y hace muy poco tiempo que me he parado..
he llegado hasta aquí como un puente tendido
a la contradicción o al nihilismo de los galeotes.
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Me he dejado buenas y malas oportunidades en el camino
y sólo he dicho: -sálvese quien pueda- y siempre
miré hacia delante y hice todo lo que pude;
diciéndome yo mismo: -de ningún cobarde se ha escrito nada.
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