Sobre mis manos quedó gravada un trozo de historia,
el alma, tal vez no recuerde, quizás no comprenda
este retal de mi memoria, pero en las manos
queda el recuerdo de lo que han sostenido.
Recuerdo una tarde opaca, caminando
por la orilla de un extraño río, con sus bonitas
piedrecillas, distraidamente tome una,
no sé si la más bonita, o la más extraña,
que con su forma o colores, me llamó la atención.
Pero su peso áspero, me hizo sentir
que cogí el fruto más hermoso de aquel río;
el peso de una pequeña piedra en las manos
es algo que carece de la mayor importancia.
Pero nos hace pensar, que en una piedra está
la paciencia del mundo, madurada poco a poco;
es incalculable la cantidad de días, meses y siglos,
sol, viento y agua, para darle forma y madurarla....
Pienso: !!cuantas libélulas, cuantas presumidas
amapolas, cuantos grillos habrán muerto allí, a su lado!!
buscando benignas primaveras!
para salvar envidias su pureza.
-No sé, si ella aún recordará mis manos-
haber descansado un pequeñísimo espacio
de su tiempo en las manos de un humano..
No sé, si por ventura, la tomará otra vez,
si nos reconoceríamos mutuamente.....!
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