Yo tuve, allende los mares, una novia bastante pobre:
rara pinta y inusitado nombre,
llamábase Teresiña: de un pequeño pueblo
con poca vida y mucha morriña.
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Aquello duró poco: pues ni su madre
quería ni la mía tampoco;
ella vivía en la estación del ferrocarril
y su papá era el guarda agujas....
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Su mamá tenía una profesión mal pagada pero sana..
cuando salía un tren o llegaba, ella tocaba la campana;
y el demás tiempo, nos observaba,
y muy disimulado, nos vigilaba.
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El reloj de la estación, puntual e impertinente:
era primavera y yo me iba con ella
bajo la limpidez glacial de cada estrella;
el guarda agujas miraba mi intriga inocente,
mientras yo como mucho besaba a la hija en la frente.
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-Teresiña- era distraída y tristona:
y a mi me miraban sus padres con ojos de mala persona;
yo me decía: largarte de aquí ya, -forastero-
que la mente de aquella señorita
te califica de gran embustero....
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El desconfiar de la rapaciña, era acertado
por los perros noctívagos, en su algarabía
y lo confirmaba su tía María:
y con mis hechos fue confirmado....!
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