Pino, de cincuenta metros de diámetro,
que como el hombre, te alimentas
del numen de la tierra, que extiendes tus brazos
retorcidos y, apretando tus ramas, mantienes
una espesa sombra para todos los que amas.
Hojas nuevas, botones floridos y piñas gruesas,
el nido de la oropéndola, entre tu follaje escondido,
quiero tu paz severa, que siempre
te mantenga fuerte y sano.
Tú esperas cada año a las aves migratorias
que regresen al altozano;
te mantienes en silencio
más hondo que mi cantar humano.
Tú te sobras y te bastas, esparces con el solano
las esporas que llevan tu germen incrustado;
para que en cualquier ladera pueda perpetuarse tu ser,
el hombre ambicioso, siempre querrá cortarte para hacerte papel.
!Oh, hermoso pino, con tu gran sombra!
a todos nos proteges;sin mirar a quien,
pero el hombre, en sus ansias de riqueza,
todo lo destroza, aunque sólo sea para hacer papel.
Buscándote, recorre bosques y valles
su oscuro corazón, lo hace sanguinario y vagabundo;
y tú, pegado a la tierra en ese viejo camino,
Te encuentras feliz en este mundo.
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