No he encendido el candil de petróleo
desde hace una semana en mi bohio;
mis ojos sin embargo están acostumbrados
a la oscura noche, que más que dormir la dedico a pensar.
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Ciego ante las tinieblas y las plataneras
secas, y el agua que no llega;
mis ojos de carnero degollado
sólo ven la tierra reseca y cuarteada,
y como poco a poco se va muriendo el plátano.
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Y sé que el niño no premia pero sí castiga,
con huracanes o bien largas sequías;
y sé que hay luna llena o, carall,
pues entra por la ventana y me desvela,
y pienso que otra vez es ya de día.
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Quizás cuando el niño despierte, que esta
entre el Caribe y el pacífico dormido..
levante de las profundidades
aguas y vientos color de uva rosada.
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Entonces saldrán los hombres a la mar
por un puñado de peces para poder cocinar
y las fieles esposas irán al campo por un poco
de yuca y leña para poder yantar.
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Tanta vaina !carajo! el pavo enterró el pico
montones de cocuyos y un arenal de mil galeras,
que nos acompaña en silencio,
pues somos los hijos de la sal....!
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