Mientras cantaban y hacían cabriolas en el agua
vieron llegar la nave:
como siempre,
elevaron sus cánticos pianísimos,
Y aquel Caribe embravecido, como un varón celoso
dispuesto a proteger a sus damas, con aletas.
Sus cánticos con hechizos filtrados por los oídos
de los marineros, le causaban delirios y tempestades..
Y un céfiro brumoso llevaba lentamente
a las sienes crispadas a los endurecidos marineros.
Allí en muchos de ellos hacía mella,
No pudiendo ocultar la rabia y el desconsuelo...
Remotos paisajes de un mundo imaginario se atesoran
con el secreto brillo de su azogue.....
Vieron pasar la nave:
y muchos tuvieron que ser encadenados al palo mayor;
querían acariciar sus pechos luminosos, sus miradas de jaspe,
sus aletas de fuego y de coral.
Un hombre rubio encadenado al palo mayor
hermoso como un hércules,
lloraba como un infante, con llantos y alaridos
desgarradores que hacían ablandarse corazones.
Ellas vieron resignadas como la nave se alejaba
hacia una bonita isla llamada: -Quisqueya- libres al fin...
como el olvido con sus velas desplegadas al viento....!
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