Llegaste temprano a este ingrato mundo,
donde hay que hacerse un hueco en la sociedad,
peleando con uñas y dientes
para conseguir el mendrugo de pan duro de cada día.
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Llegaste temprano a las joyerías
y a los gallineros ajenos, a las cárceles
y a los calabozos tétricos de pueblos....
al amor cantado, al amor desencantado.
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Cada vez que te arrancaba de la sociedad
no había calabozos hechos a tu medida;
ninguno, a tu persona le venía bien,
tenías que buscar tu mundo: -aquel que te negaban-.
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Asomabas tu alma por entre los barrotes,
y los barrotes temblaban y se aflojaban turbados;
te cedían generosamente el paso: y tú sencillamente
aprovechabas para librar el cuerpo y la mente.
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Usabas con habilidad la metáfora ganzúa
para abrir los candados y los odios;
con tu inteligencia suficiente de quien quiere
llegar pronto al mundo de los libres.
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Le tenías ojeriza a todo lo prohibido,
las desgarraduras para ínfulas y los guardias civiles...
los consejos confusos que te brindaban algún
colega exento de culpa, algún apócrito, buen samaritano,
que desde su privilegiada posición te quería enseñar...!!
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