Me vaticinó una gitana con sus cartas,
que me traería mala suerte acostarme con una egipcia:
y yo me acosté con una en Algeciras,!bellisima!
me desconecté del mundo por unas horas.
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Pero cuando desperté, fui corriendo campo atreves
hasta Benamejí: mirando hacia atrás;
llegué casi exhausto, a refugiarme en casa de un amigo,
yo sólo veía pirámides y egipcios con cimitarras y un pez...
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Ella dijo: pertenezco al tempo, me dijo: soy templo...
pensé para mi: todas estas fulanas dicen cosas raras...
del tamaño de esa complacencia: cincuenta euros
porque me transportes al infinito, le contesté riendo;
o nada. 50 pavos o nada. Lloró.
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Descompuesta contra el espejo, pintó con un lápiz de labios
y lágrimas en los ojos, un pez,
acuérdate del PEZ siempre...
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Me dijo alumbrándome con sus lindos ojos azules,
de un cielo limpio de primavera, y allí mismo empezó
a quitarse velos y a bailar la danza del vientre
o de los 7 velos: !Qué sé yo!!.
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En una de sus vueltas cayó sobre mi, y el catre se fue al suelo.
Y allí la violé o, nos violamos y todo terminó como el Rosario
de la aurora...nos besamos y seguimos en un exceso de pétalo,
nos manchamos gozosos, ardimos a grandes llamaradas...
y en aquellos momentos me se olvidó hasta el PEZ....!
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