Imagen bajada de la red.
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Tú, que ibas con tu padre al monte
a cortar, abedules señor;
y hacías con tus ojos de niño
temblar a los robles y a las encinas.
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Miraste esta, que ya está casi caída
y tuviste piedad de ella al ver como
se agarra con fuerza a esta tierra "roja"
como se agarra a la vida.
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Con tus tiernas manos haces llorar
a las cortezas, ten piedad por este hombre;
que hizo plana su vida,
como una mesa humilde, de madera olorosa.
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Solo conociste tu casa, pobre barco en la loma
y le dio a tu corazón la actitud de una silla;
para aliviar tu cansancio,
del alma y de la mente.
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Guíalo señor, por otros senderos
que no topen más con esta pobre encina;
que se agarra con sus pobres raíces al suelo,
y que haga de otras maderas sus muebles.
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Más adicta que perros que nos enseñan los dientes,
olfatean esta pobre encina agarrada a esta tierra "roja"
en tu humilde fábrica, dale para sus manos
la garlopa del tiempo;
y virtudes de hombre con serrín de estrellas perfumado.
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