IMAGEN TOMADA DE LA RED.
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Hay en mi patio un árbol
que no plantó la madre y regaron los abuelos;
lo trajo un bisabuelo de la Florida,
y solo es visible al niño, al poeta y al perro,
y es un almendro americano.
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Su primavera es distinta de la que fundan las rosas
sus almendras, diferentes más gordas;
no es la vaca encendida ni el huevo de paloma,
su otoño no es el tiempo que trae de la mar.
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Caballos irascibles, por tierras de azafrán
al árbol suben otras primaveras e inviernos;
el enigma es del niño, el poeta y el perro.
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Cuando la primavera sube a este almendro-sin- nombre,
vestido de cordura, florecen los varones;
y amor, en pie de guerra se desliza
de pronto a la sabrosa almendra,
le cae el niño, el poeta y el perro.
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Para degustar la exquisita almendra,
van los tres a una...
pero cuando el invierno desnuda el almendro;
no viene ni el niños, ni el poeta ni el perro.
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Sobre los techos se pegan sus hojas invisibles
y horizontal cruzan las altas puertas;
alguien que por el cielo descendió a la tierra.
Hay en mi casa un almendro, que los mayores no vieron:
El enigma es del niño, el poeta y el perro.
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