El poema de esta tarde es tan aburrido
y tan raro como el cable que estoy
observando lleno de zapatos colgados;
-no sé a ciencia cierta si están goteando o llorando-.
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En la esquina de enfrente hay una mujer alerta
bajo el frondoso tamarindo, lleno de cables;
las lamparas de queroseno y un gorrión
que canta y lo callan las sirenas de los fuegos.
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¿De donde vendrá aquel chucho apaleado,
a echarse entre mis piernas? es un perro de mirada triste;
¿y el águila afilada que resplandece
cuando le da de lleno el astro rey en la espalda?.
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Muy serio pienso que esto son cosas de los locos
-es como lanzar un zapato más sobre esos cables-
apoyado sobre un soló pie en el suelo,
descalzo y sin camisa y decir que he acertado....
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Al observar el rumor de la ciudad
que celebra la llegada de la nueva noche;
agarrada a las raíces echadas en silencio
y algunos le pilla con la boca abierta y los calzones bajados.
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Yo en silencio y sin rechistar,
sigo escribiendo este trasto de poema;
donde evoco la aparición y canto de mi fortuna,
no sé si vendiendo todos estos zapatos....!
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