Desde la torre morisca de Zahara de la Sierra,
observo sin preocuparme mucho, cómo cae la tarde;
las ultimas montañas del pinsapar
en la grandiosa sierra de Grazalema,
perdidas entre la niebla.
Los pinsapos que ascienden levemente, el abismo
el fulgor del astro rey que brilla por tus ojos
de morita nazarí, en las tardes andaluzas y musulmanas;
que le lloraba Boabdil cuando lo expulsaron de Granada.
Cerca quedan las aguas azules y tranquilas del pantano,
amplias y lentas, a estas horas que el pantano duerme;
se van los fuegos del día y se dispone
a esperar la brisa fresca de la noche.
Ahora se queda con su suave vaivén,
como tus pasos de princesa nazarí,
por los pasadizos secretos de estas almenas;
que nadie como tú también conoce.
Desde este oscuro mirador, alto, insomne,
distante como el humo de Zahara en calma;
tranquila, ya casi dormida,
de haber pasado todo un día ajetreada.
Y es el tiempo que inventa sus eternos desvaríos
y se acerca la hora misteriosa,
cuando se oye a Zoraida llorando
entre las almenas del castillo de Zahara...!!
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