Disculpa si permanece fiel a mis ordenes,
si la encuentras firme como un soldado;
le dije que te esperará junto a esa chimenea,
caliente con sus brasas.
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Ella nunca quiso dejarme solo, jamás me abandonó,
le hablé de ti y tu belleza;
con más pasión que la polilla,
y ella lo comprendió.
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Tuvo a bien agradecerme con resignación
la confianza ciega que en ella depositaba;
y me lo transmitió torpemente,
-la casi inaudible voz de su madera-.
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No se quejó jamás por el tiempo que tuvo que esperar
como el camarero del bar, por estar guardada
y sin pagar, no puso en duda mi avaricia;
no tuvo roces con mi impaciencia....
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Pues ella en su frío cerebro de madera
dedujo, que tarde o temprano tú llegabas;
por eso te esperó, obediente;
yo la miro y la comprendo.....
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Por eso ahora te dice que siempre estuve solo,
que mis vestiduras siempre estuvieron faltas
de tu mano -mujer-
por eso nos ves aquí, más honestos y amparados
que una rabia,-siéntate mujer- y dinos que ya llegaste....!
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