Frente al lago, en aquel jardín encantado,
estaba el poeta pensativo, una mañana de Mayo,
observando admirado una estatua de hermosos;
ejemplares recomponen el pasado.
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Mármol negro recomponen sus movimientos
de unos admirados pájaros negros;
la cicatriz del tiempo dueña de su mirada,
un desfile de gritos de admiración hacia su belleza.
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Pasan por su lado ordas de turistas
rindiendole admiración y pleitesía;
él piensa que también fue una flecha en aquel parque,
y recordó a Sarapatrusca, en su tiempo.
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Su vida fue un ejemplo, de amor por la naturaleza,
un gozo cotidiano, con pocos compartido,
que lo necesita para seguir viviendo;
él bien lo sabe.
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El río de la vida fluye frente a él,
y necesita mirarse en el espejo de sus azules aguas,
su ya madura edad, su admiración por lo bello,
aquellos ojos, que nunca lo traicionaron.
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De pronto, un aire extraño lo estremece,
y sabe que el invierno está por llegar;
y que aquellas dos pobres grullas no se podrán marchar,
este paisaje lo mantiene alerta.....
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Espera que el manto de la noche lo arrope suavemente
y quedarse allí, viviendo para siempre....!
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