Me contaba mi papá que mi abuelo tenía,
la cara desfigurada y un ojo le lloraba, producto
de un trompazo que le dio brutal mi bisabuelo
porque le gustaba mucho el vino tinto....
Tendría diez o doce años entonces
y con esa cara vivió hasta los ochenta,
pero el vino jamás lo aborreció, pues él decía siempre
que el vino es sangre de Cristo,
y él no quería vivir sin su preciosa sangre.
Nunca supe qué falta nimia le acarreó
un castigo tan dilatado en la distancia,
pero si decían que cuando se enfadaba por no tener vino,
se le ponía la cara de vinagre....
Cuando hoy, que ya soy un viejo y mi vista cansada
me llora, como hoy con este aire frío de levante,
que tanto se parece a las que de niño
me contaba mi padre, pienso en aquel
pobre viejo con aquella cara de vinagre....
Pienso en que, menos mal que estos genes no se heredan,
y no los llevamos en la sangre...
Lo de gustarme el vino si... y también a mi padre,
y yo siempre digo, como mi bisabuelo,-que el vino es sangre
de Cristo...y bendita sea esta sangre:
Hijos no he tenido, si no seguro que dirían lo mismo,
pues eso es irremediable....!
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