Vivíamos casi en la cima de Rocca Imperales,
en Cosenza, Italia;
y al anochecer, bajábamos
caracoleando por sus calles de humilde piedra....
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Casi en amarga piel, que recorríamos,
dejando caer nuestros pensamientos
envueltos en una desenfadada risa,
al pensar en las estrañas cosas de
Italia: este estraño pueblo y la torre pendente di Pisa.
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Arriba vivía la realeza y al fondo
su extrema pobreza;
el brillo inusitado del amigo
iluminaba el centro de la extraña ciudad.
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Adivinábamos aquella ciudad, con forma de cono
si al final erupcionaba un volcán..
y el aire se hacía más hondo
y nos daba de nuevo la risa.
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La noche, opulenta de astros allá en la punta de arriba
que parecía que tocaba el cielo;
cómo estaba clara y serena y el cielo tan azul,
se lucía en el centro un gran lucero.
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Sus gentes con su sonrisa maternal, pura
entrábamos en algún bar a la pizza y a la gula;
en alegre, en honda comunión
con el italiano dicharachero....!
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